Historia del Mediterráneo en la Edad Media recoge un total de once trabajos en homenaje a la profesora de la Universidad de Granada Encarnación Motos Guirao que se vertebran, principalmente en torno a dos ciudades, Granada y Constantinopla, que transcienden a su carácter urbano, poniendo el foco de atención en diversos aspectos que van desde la Historia Económica y Social hasta la Historia Política, pasando por la transmisión de los textos y la arqueología. El volumen se abre, no obstante, en Atenas, con su cristianización, tratando se seguir su recorrido como ciudad a lo largo del período bizantino. Hasta comienzos del siglo vi lleva el estudio acerca del emperador Mauricio y su difícil encaje en la tradición bizantina por cuanto su política religiosa iba contra la ortodoxia. Le sigue un estudio sobre el lugar de Ceuta/Septem, enclave fundamental en los tráficos marítimos y por tanto plaza codiciada por Bizancio y el Regnum Gothorum. Un céjel sirve para determinar la existencia en al-Ándalus de fuertes lazos que lo vinculaban con el Oriente, tanto islámico como cristiano (nestoriano). Más pegados a la tierra están los estudios cerámicos del Castillón de Montefrío (Granada) que reflejan la vida en la frontera entre el Reino de Castilla y los nazaríes y permiten adentrarnos en la cotidianidad de los hombres y las mujeres que la habitaron. Un producto hoy tan habitual como el azúcar, durante la Baja Edad Media era un artículo de lujo, protagonista del comercio transmediterráneo en manos de los genoveses en cuyas manos estaría no solo su distribución por las distintas plazas comerciales europeas, sino también el control de su producción; habla de un reino granadino mucho más dinámico y alejado de la supuesta atonía de sus últimos años. El Levante del Reino, la actual provincia de Almería, es un territorio que depara aún muchas sorpresas para los investigadores —arqueólogos e historiadores— por lo desconocidos que son algunos de sus yacimientos y la complejidad que reflejan, pues se ven como capas superpuestas las diferentes poblaciones allí asentadas. La misma complejidad que refleja la documentación de archivo para ciudades como Málaga, una vez incorporada a la Corona de Castilla, durante el período mudéjar, en el cual la comunidad genovesa mantuvo los privilegios concedidos por los emires nazaríes y que continuaría siendo uno de sus principales puertos. No podemos olvidar el papel de las órdenes militares en el tránsito entre el siglo XV y el XVI, con la concesión de importantes rentas en los primeros años del reinado de Carlos V, en un contexto de agitaciones contra su gobierno en Castilla. Un pleito por una rábita convertida en iglesia en las Alpujarras entre el descendiente de una importante familia de la nobleza nazarí integrada en las estructuras castellanas y el arzobispado de Granada da pie a un estudio social y económico de una sociedad en transición, de sus resistencias frente a la imposición de los cambios. Finalmente, se aborda el estudio de una crónica postbizantina en la que se lee la única referencia en griego a la caída del Emirato de Granada en 1492, dando pie la reconstrucción de la cadena de transmisión de la noticia y composición del texto, que no es sino la reconstrucción del clima ideológico en el que se compuso, el del Peloponeso que asistía al avance otomano. El Mediterráneo entraba en una nueva etapa histórica, aunque mirando a su pasado.